Uno de los grandes avances de la inteligencia es el concepto de grupo. A lo largo de la evolución, muchos animales, incluyendo los homínidos, descubren que colaborando con otros individuos se logra una mayor supervivencia.
Esta capacidad tiene especial relevancia cuando existen fuerzas externas que son incontrolables e incluso incomprensibles. El conjunto es mayor que la suma de las partes y se logra un menor desequilibrio en la relación con el entorno.
En la historia del management se desarrolla toda una rama estratégica que busca la comprensión del entorno competitivo y la identificación de alianzas que refuercen la supervivencia de la empresa. Esta etapa no es más que un espejo de las luchas por el poder político.
La clave es que el problema no está ya en las fuerzas externas, sino en la dominancia de unos miembros sobre otros dentro del mismo ecosistema. Aparece la lucha de poder entendida como una batalla entre grupos y no una rivalidad entre individuos por demostrar quién es el más capaz (aunque sea mediante un duelo físico).
En una etapa posterior, el individuo descubre que cada vez tiene más herramientas de poder y autonomía y que el grupo ya no es necesariamente un entorno de apoyo, sino que directamente pasa a ser una herramienta, un instrumento para lograr o mantener el poder.
Así confluyen dos movimientos. Por un lado, la gestión del poder se convierte en una gestión de alianzas (retener a la mayoría). Por otro lado, al individuo se le pide -hablamos de coaching mal entendido- que se mire hacia dentro, descubra lo que de verdad le mueve y gestione el entorno a partir de ahí. Gestión por influencias.
Además, a los demás miembros del grupo no se les pide que simplemente observen y decidan, se les exige tomar partido.
En todo este proceso termina desapareciendo el concepto de bien común. No hay voces que hablen de buscar el equilibrio para todos, sino de la dominancia de la mayoría. La democracia no cómo vocación de servicio y escucha, sino como instrumento de poder.
𝗟𝗼 𝗶𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲, 𝗲𝗻𝘁𝗼𝗻𝗰𝗲𝘀, 𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝗯𝘂𝘀𝗰𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗽𝘂𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗲𝗾𝘂𝗶𝗹𝗶𝗯𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗲𝗰𝗼𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗺𝗮, 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗹𝗮 𝗺𝗮𝘅𝗶𝗺𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝘁𝗲𝗻𝘁𝗮𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿 𝘆 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗼 𝗮𝗽𝗼𝘆𝗮𝗻. Los debates dejan de ser constructivos. No se buscan soluciones óptimas, sino agregar apoyos para una solución que beneficie a la mayoría. El concepto de renuncia, servicio y generosidad se desvanece.
𝗡𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝘀 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗽𝗲𝗿𝗲𝗻 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝗶𝗿𝗮𝗱𝗮 𝗮𝗺𝗽𝗹𝗶𝗮, 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗴𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮, 𝗴𝗲𝗻𝗲𝗿𝗼𝘀𝗮 𝘆 𝗱𝗶𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗮𝗹 𝗱𝗲𝗯𝗮𝘁𝗲 𝘆 𝗲𝗹 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝘇𝗮𝗷𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂𝗼𝘀. 𝗠𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗿í𝗮 𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮𝗿 𝗹𝗶𝗱𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗮𝘀í. Quiero aprender de ellos y poder mostrárselos a otros.