El sentido de la urgencia – Un catalizador con efectos secundarios


Leo con interés la última CEO shortlist que me envía una importante empresa de consultoría, estructurada a lo largo de cuatro preguntas: ¿Qué hay nuevo? ¿Qué hay ahora? ¿Qué será lo próximo? ¿Qué es necesario?

El cambio permanente de nuestro entorno, en una evolución tecnológica continuamente acelerada, parece urgir a adaptar nuestro modelo de gestión a ese vorágine para poder controlarla (estar en la ola) y aprovecharla (monetizarla).

Desde luego, estar al corriente de las nuevas tecnologías y modelos de negocio es imprescindible. La innovación y la mejora continua parten siempre de una inspiración que siempre viene del exterior, de algún hecho o aprendizaje que nos ayuda a conectar puntos que antes no estaban conectados.
Desde otra perspectiva, no es lo mismo conocer que empeñarse en estar surfeando todas las olas. Es importante escoger la adecuada. Requiere reflexión.

-Es verdad que el 5G tiene unas características técnicas que son incomparables con versiones anteriores. Al mismo tiempo, los modelos de negocio basados en 5G son todavía limitados para el gran público.

-La inteligencia artificial generativa supone un salto en la forma de aprovechar las capacidades de computación y algoritmos para obtener determinados resultados. Al mismo tiempo, tiene limitaciones de base importantes que rara vez se consideran.

-El blockchain ha pasado a ser una tecnología aparentemente imprescindible. Sin embargo, las dificultades de interoperabilidad, los riesgos de ataque del 50% y otras vulnerabilidades o debilidades hacen necesario evaluar con sosiego las inversiones en esta dirección.

Esta nota no es una invitación a no hacer, sino a dedicar más tiempo a la reflexión sobre el modelo de negocio que queremos y las implicaciones de nuestras decisiones. Tratar de coger todas las olas implica que no estaremos en el lugar adecuado cuando llegue el momento adecuado.

No es una buena práctica estar continuamente martilleándonos con la sensación de urgencia (no vaya a ser…) ni con la sensación de haber elegido mal (ese otro tuvo éxito). Estos dos aspectos son claves a la hora de invertir en los mercados y creo que son perfectamente aplicables cuando se trata de decidir el rumbo de nuestras empresas.